En los últimos días, los medios de comunicación se están haciendo eco de la nueva faena que nos ha hecho la banca: la imposición de una nueva comisión por retirada de efectivo en cajeros que ya ha implantado alguna de las entidades más importantes del país. El quid de la cuestión está en que, de esta forma, se estarían cobrando dos comisiones por el mismo servicio: las tasas de intercambio que pagamos a nuestro banco por el hecho de retirar efectivo en un cajero de la competencia (entre 0,60€ y 1,50€) y la de 2€ que le estaríamos pagando a la entidad dueña del cajero.
Caixabank fue la pionera en instaurar esta medida. Lleva desde marzo cobrando 2€ a quienes sacan dinero de sus cajeros sin ser clientes de la entidad, medida que ha agradado a los otros dos grandes bancos, Santander y BBVA, que se apresuran para ponerla en práctica cuanto antes (el primero lo implantará en octubre y el segundo iba a hacerlo a partir del 21 de septiembre aunque lo aplaza hasta nueva orden). Desde Caixabank justifican la medida porque recientemente han renovado buena parte de su red de cajeros y dicha inversión va destinada exclusivamente a sus clientes. Un argumento bastante pobre, la verdad, sobre todo al ver que otras compañías también quieren implantarlo independientemente de que hayan renovado o no sus cajeros.