Probablemente los que leáis esto sepáis que hace algunos años que se llegó a la conclusión de que la tinta de impresora es el líquido más caro del mundo. Lo que a lo mejor ignoráis es que, además de los conocidos trucos de rellenar los cartuchos, comprar cartuchos de marca blanca (bueno, casi siempre) y procurar imprimir sólo lo imprescindible, existe otro truco para ahorrar ese preciado líquido: elegir convenientemente la fuente tipográfica.